lunes, 4 de abril de 2011

Dulce Infancia.




I.
Julia tiene once años, su madre se rehusa a comprarle cds si los cassetes salen más económicos. Julia baila mientras se da cuenta que nunca será bailarina profesional. Julia muere por tener un discman y también esta ansiosa por mudarse. Mientras tanto, no sabe lo que va a pasar a continuación, no se ha percatado que biológicamente ya no es una niña, su cuerpo traiciona sus pensamientos más fantasiosos y a su corazón lleno de ilusiones bombonescas.
Julia ama los vestidos la hacen sentir especial cuando da vueltas en el jardín de sus abuelos mientras las flores colorean su panorama. 
Julia odia usar playeritas de ropa interior, su madre le dice que es para se acostumbre. Los ojos de Julia son enormes y brillan con el sol, al menos hasta esa tarde.
II.
Demasiadas cosas por hacer, esta ciudad me esta matando, me asfixia lentamente. ¿Cuándo llegará el permiso? Maldita sea, odio sentir que soy una inútil.-Julia piensa en voz alta mientras las personas la miran, acto siguiente Julia saca su celular y simula que habla con alguien de verdad. Se quita los audífonos al ver que le llega un correo electrónico. Mientras, intenta llegar al café más cercano y pedir un té de frambuesa. Entre tanta actividad no se da cuenta que golpea a un joven mientras abre la puerta.
-Fuck!-susurra para sus adentros.-perdón, perdón, ¿estás bien?
-Si no hay problema.-un joven trajeado le sonríe, puede que tenga treinta o quizá menos.-Necesitas alguna ayuda.
-No gracias.
El joven omite estas últimas palabras y se dispone a ayudar a la joven chica de vestido violeta. Julia no sabe si sonrojarse o huir.
-En serio no tenias porque hacer eso.
-No hay problema, ademas tu cara me suena conocida.
Julia voltea ante estas palabras y casi tira su té recién salido. Otra quemada y sus manos serán inútiles por un largo tiempo.
III.
La pequeña Julia se asoma por la puerta principal de su casa, su madre le dice que tenga cuidado. Julia toca el timbre de la puerta de enfrente. Una puerta de madera rodeada de ladrillos. Ese día Julia se puso pantalones no porque quisiera sino por obligación. Después se dará cuenta de lo caro que es tener vestidos, en estos momentos Julia guarda su berrinche y decide que es mejor dejar la cosa así, antes de que no le permitan jugar con su vecina. 
Fernanda tiene 9 años y tiene el cabello más platinado que Julia haya visto jamás. Es igual de flaca que ella y miden casi lo mismo. Julia siente el derecho de enseñarle sobre la vida, de decirle los grandes secretos que le aguardan al ingresar a quinto de primaria. 
IV.
-Julia, ¿cierto?
-Aja.
-Claro, eras la vecina, la amiga de mi hermana. Tu casa la pintaron de rosa baño cuando se mudaron. Que horrible se veía.
-Si eso me dijeron.
-No te acuerdas de mi, ¿cierto? El hermano mayor...
V.
Julia odia recordar esa tarde, fue la última vez que vio a Fernanda sin más explicaciones. Julia claro que lo recordaba pero intentaba no hacerlo. 
Esa tarde su madre se había ido al super y los padres de Fernanda tampoco estaban. Sólo estaban ellas y los dos hermanos de Fernanda, uno un año mayor que Julia y el otro tendría unos 15 en ese entonces. Julia quería jugar a las muñecas y ellos querían jugar con muñecas de verdad. Y así paso, jugaron botella. Un juego absurdo donde a uno le toca decir un castigo y el otro ingenuo e inocente cumplirlo. Julia ese día traía mucha ropa, quizá por eso acepto, quizá quería sentirse grande, quizá sus ojos eran nuevos y no sabía más. 
Su casa era enorme bueno más bien su jardín lo era, al igual que ella tenían una alberca abandonada que se llenaba de agua de lluvia por los meses de mayo y junio. La alberca estaba vacía y parecía el lugar idóneo para jugar. Sin saber cuanto tiempo había pasado Fernanda ya se encontraba desnuda corriendo por toda la fosa. Julia nunca había visto a otra niña desnuda, mucho menos que sus hermanos mayores la contemplaran como si nada pasará.
-Ahora vas tú.-sonrieron los dos. Julia no quería, aun así se quito la playera. Abajo traía una playera de tirantes de algodón blanca con puntitos azules. Le quedaba grande.
-Ya te vimos, ya te vimos.-gritaron los dos. Julia se intento tapar su pequeño y frágil  cuerpo, cuando intento agarrar su playera ya no estaba. Uno de los dos chicos la había aventado hacia los arbustos que para Julia se le figuraban como unas tortugas enormes con colmillos.
VI.
-Si, si ya se quien eres. ¿Fernanda qué hace?
-Mi hermana estudia en la Universidad Americana.
-Yo estudie ahí, ¿qué estudia?-Julia no sabía que hacer, ¿cómo irse? o ¿cómo...
VII.
Julia quería regresar a casa pero no se lo permitieron. Los dos chicos le dijeron que la tarde apenas comenzaba. Que sus padres iban a llegar dentro de tres horas. Julia se hacía la fuerte. Pudo convencer a Fernanda de que se vistiera. Entraron a la casa y fue ahí donde Julia descubrió que los príncipes no existían y que las ranas eran mejores criaturas que lo estaba a lado de ella. Julia gritaba y se dio cuenta de que nada iba a servir. Estaba ahí y si no cooperaba las cosas iban a salir peor. 
Algo anda mal.- pensaba Julia mientras reía nerviosamente.-Muy mal.
El hermano mayor la toma desprevenida, la carga y Julia por temor a caerse le abraza el cuello. Nunca le habían permitido entrar al cuarto de los niños, ni siquiera cuando visitaba a sus primos. Ahora ella esta ahí, abajo de una cama que olía a una pubertad lejana...
Julia cierra los ojos.
VIII.
El aire se hace espeso o quizá ella se hace muy ligera, toca el techo de su cuarto y da una maroma. Todo es más brillante, su vestido se llena de aire, que bueno que trae fondo piensa. Empieza nadar mientras el aire se comporta como una agua ligera que llena sus pulmones de una alegría extranjera. 
Intenta penetrar al espejo, la llama sutilmente. Esa sensación donde los absurdos se vuelven la regla y la magia penetra por los poros más sutiles llenandote de una energía luminosa, de esas donde no necesitas los ojos para ver.
IX.
Suena el timbre. Julia es aventada al suelo y despierta sabiendo que jamas podrá volver a volar de nuevo. No recordará bien que sucedió y cuando a ve a su mamá en al puerta corre olvidando los ladrillos naranjosos, el pelo cristalino de Fernanda, la recamara azul marino. Se despide de todo y su madre le prepara le mejor cena de su vida hasta ese momento.
X.
-¿Julia estas bien?
Claro que estaba bien, estaba demasiado bien por primera vez en su vida sabía que era libre y que nadie podría juzgarla. Julia sonríe mientras el suelo se llena de un bello carmesí. Nada precipitado. Todo muy sutil. Julia camina lentamente mientras recupera una esencia perdida en un cuarto marino.
XI.
La pequeña y agraciada Julia llega a su cuarto y se desnuda lentamente. Mira hacia el espejo.
-Ya nunca podré volar.
Inmóvil ve en el espejo como sus ojos se empiezan a fracturar. Lentamente... La primera vez que sus ojos cortan su piel. Donde miles de cristales se esparcen por el alrededor. Su cara empapada se va curtiendo. Su cuerpo tiene un peso demás.
XII.
El joven se queda inmóvil viendola como se va, pareciera que volará.
Efectivamente Julia vuela de la manera más sutil. 

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