miércoles, 31 de agosto de 2011

Intento de una despida




Un instante y todo se va
Atrapa lo intangible
Miles de cristales reflejados
Olores que se quedan atrapados en los poros de la piel
Esas moléculas que llenan tu interior
Me lleno de ti lentamente
Me asusta la idea de olvidarte
Tus buenos deseos
Las historias de tu voz al atardecer
El beso en la frente
Olvidar los sábados lentos
Las ranuras
El dorado de los barandales
Las figuras que cobraban vida por la noche
Las madrugadas de chimenea
El 0-1 de un equipo sin importancia
Tu piel playa
Tengo tanto miedo
Miedo a olvidarte
Hoy juegos de solitario
Por los buenos tiempos
Miedo a olvidar tus quejas
Tus gustos cambiantes
Tus pijamas multicolor
Miles de heridas en mis pies
Me recuerdan que mi ser tiene un poco de ti
Esos dolores que te llenan el alma

¿Cómo me despido de ti?
Dime, ¿cómo te digo adiós?
No se como hacerlo
Quizá nunca lo haga
¿Cómo olvidar tus ojos brillantes
y tu sonrisa al leer la última carta que te di?
y si llego olvidarlo todo...
Olvidar el día en que confiaste en mi
El día que viste algo en mi
Miedo
Miedo a olvidar tus últimas palabras
Tenías tanta fe en mi
Miedo a fallarte
En medio de la nada
Atrape tu esencia en el agua
Quise estar ahí
Justo en ese momento
Estuve ahí
El lazo invisible que nos ata lentamente
Si
El cuerpo perece
Pero
Las partículas penetran en mi ser
Y eso no se olvida
Aunque el miedo invada
Aunque la vida me engañe
Aun olvidando mi ser
Estarás ahí
Creyendo en mi

a  mi abuelo HVR

martes, 16 de agosto de 2011

Ciudad estelar


Los sueños se agotan en la ciudad cristalinamente opaca.
Hace mucho que las estrellas decidieron embarcar a un mejor lugar. 
De esos donde los deseos se cumplen.
Ciudades con encanto y olor a antiguo.
En una vida pasada solía vivir en una ciudad de esas.
Donde las calles se llenaban de mercaderes. 
Donde lo multicolor reinaba al horizonte.
Donde las estrellas brillaban tanto que te recordaban lo sutil de un segundo, la explosión de una flor, la sonrisa de un niño.
Los niños dejaron de sonreír.
Mi ciudad que tanto quiero se ha vuelto gris.
Al igual que los sueños.
Quiero encontrar la felicidad.
Miles de lágrimas mueren en mi rostro.
Leo historias tristes para recordar que no estoy sola.
Para recordarme que los sueños aun grises tienen el potencial de brillar.
Hoy estrellas que siguen creyendo en las ciudades perdidas.
Donde los niños duermen desnudos bajo un techo sin paredes.
Mirando estrellas a punto de morir.
Con sus ojos enormes la felicidad ha muerto.
Sonrío. 
Intento fallido.
Apagan la luz.
Una toalla carcomida cafe en el suelo.
Ojos bien abiertos.
La esperanza de sobrevivir.
La felicidad todavía no muere.
Sólo esta escondida en el lugar más remoto de nuestras pobres almas en desgracia.
O era gracia.
Recuerdos de historias de antaño.
Donde pensaba que leer era más seguro que dormir.
Donde dormir era más seguro que vivir.
Hasta que la pistola a punta a tus miedos.
Una luz artificial prendida.
A falta de estrellas fugaces.
No llores.
Tus lágrimas te necesitan para el fin del mundo del tus seres queridos.
Esos que te hacen sentir menos sola.
De esos que sufren sin darse cuenta.
Hoy...
Recuerdas la historia de los ratones parlantes.
Momento no lo leíste.
Lo viviste mientras se comían tus entrañas.
Confundir historias con vida.
Ese siempre ha sido tu problema.

lunes, 1 de agosto de 2011

Parte 1. Estela sin llegar a ser estrella


La pequeña Estela se preguntaba una y otra vez si existía algo mas allá de lo obvio, de lo cotidiano. 
También se preguntaba si los sueños realmente existen, si los puedes oler como las violetas o comer como un tierno durazno rosado. 
Si algún día la claridad se iba estrellar con su ser. 
Si la realidad algún día iba dejar de sangrar. 
Si los ojos aun rotos pueden brillar. 
Si el amor toca la puerta sin una navaja invisible. 
Si las estrellas brillan más con una sonrisa. 
Bailando al ritmo de la nada, Estela intentaba que las preguntas no se la comerían lentamente desde las entrañas.
Lejos de ahí un joven se hacia preguntas muy parecidas de esas que matan lentamente. Sin embargo, antes de que estas dos almas se encuentren la vida es cruel y los pondrá justo en ese instante donde la soledad te abraza y el miedo se convierte en la mejor armadura contra la felicidad, que para estos momentos es un mito a punto de ser olvidado en el librero de la abuela.
La pequeña Estela jamas imagino que pudiera tener tanto miedo, claro tampoco contempló lo fuerte que seria ni lo mucho que estaba dispuesta a luchar por sueños imposibles. Perdiendo casi todo, aun respira y eso le basta para acercarse a tu ser y saber que los ojos aun rotos pueden brillar.

lunes, 4 de abril de 2011

Dulce Infancia.




I.
Julia tiene once años, su madre se rehusa a comprarle cds si los cassetes salen más económicos. Julia baila mientras se da cuenta que nunca será bailarina profesional. Julia muere por tener un discman y también esta ansiosa por mudarse. Mientras tanto, no sabe lo que va a pasar a continuación, no se ha percatado que biológicamente ya no es una niña, su cuerpo traiciona sus pensamientos más fantasiosos y a su corazón lleno de ilusiones bombonescas.
Julia ama los vestidos la hacen sentir especial cuando da vueltas en el jardín de sus abuelos mientras las flores colorean su panorama. 
Julia odia usar playeritas de ropa interior, su madre le dice que es para se acostumbre. Los ojos de Julia son enormes y brillan con el sol, al menos hasta esa tarde.
II.
Demasiadas cosas por hacer, esta ciudad me esta matando, me asfixia lentamente. ¿Cuándo llegará el permiso? Maldita sea, odio sentir que soy una inútil.-Julia piensa en voz alta mientras las personas la miran, acto siguiente Julia saca su celular y simula que habla con alguien de verdad. Se quita los audífonos al ver que le llega un correo electrónico. Mientras, intenta llegar al café más cercano y pedir un té de frambuesa. Entre tanta actividad no se da cuenta que golpea a un joven mientras abre la puerta.
-Fuck!-susurra para sus adentros.-perdón, perdón, ¿estás bien?
-Si no hay problema.-un joven trajeado le sonríe, puede que tenga treinta o quizá menos.-Necesitas alguna ayuda.
-No gracias.
El joven omite estas últimas palabras y se dispone a ayudar a la joven chica de vestido violeta. Julia no sabe si sonrojarse o huir.
-En serio no tenias porque hacer eso.
-No hay problema, ademas tu cara me suena conocida.
Julia voltea ante estas palabras y casi tira su té recién salido. Otra quemada y sus manos serán inútiles por un largo tiempo.
III.
La pequeña Julia se asoma por la puerta principal de su casa, su madre le dice que tenga cuidado. Julia toca el timbre de la puerta de enfrente. Una puerta de madera rodeada de ladrillos. Ese día Julia se puso pantalones no porque quisiera sino por obligación. Después se dará cuenta de lo caro que es tener vestidos, en estos momentos Julia guarda su berrinche y decide que es mejor dejar la cosa así, antes de que no le permitan jugar con su vecina. 
Fernanda tiene 9 años y tiene el cabello más platinado que Julia haya visto jamás. Es igual de flaca que ella y miden casi lo mismo. Julia siente el derecho de enseñarle sobre la vida, de decirle los grandes secretos que le aguardan al ingresar a quinto de primaria. 
IV.
-Julia, ¿cierto?
-Aja.
-Claro, eras la vecina, la amiga de mi hermana. Tu casa la pintaron de rosa baño cuando se mudaron. Que horrible se veía.
-Si eso me dijeron.
-No te acuerdas de mi, ¿cierto? El hermano mayor...
V.
Julia odia recordar esa tarde, fue la última vez que vio a Fernanda sin más explicaciones. Julia claro que lo recordaba pero intentaba no hacerlo. 
Esa tarde su madre se había ido al super y los padres de Fernanda tampoco estaban. Sólo estaban ellas y los dos hermanos de Fernanda, uno un año mayor que Julia y el otro tendría unos 15 en ese entonces. Julia quería jugar a las muñecas y ellos querían jugar con muñecas de verdad. Y así paso, jugaron botella. Un juego absurdo donde a uno le toca decir un castigo y el otro ingenuo e inocente cumplirlo. Julia ese día traía mucha ropa, quizá por eso acepto, quizá quería sentirse grande, quizá sus ojos eran nuevos y no sabía más. 
Su casa era enorme bueno más bien su jardín lo era, al igual que ella tenían una alberca abandonada que se llenaba de agua de lluvia por los meses de mayo y junio. La alberca estaba vacía y parecía el lugar idóneo para jugar. Sin saber cuanto tiempo había pasado Fernanda ya se encontraba desnuda corriendo por toda la fosa. Julia nunca había visto a otra niña desnuda, mucho menos que sus hermanos mayores la contemplaran como si nada pasará.
-Ahora vas tú.-sonrieron los dos. Julia no quería, aun así se quito la playera. Abajo traía una playera de tirantes de algodón blanca con puntitos azules. Le quedaba grande.
-Ya te vimos, ya te vimos.-gritaron los dos. Julia se intento tapar su pequeño y frágil  cuerpo, cuando intento agarrar su playera ya no estaba. Uno de los dos chicos la había aventado hacia los arbustos que para Julia se le figuraban como unas tortugas enormes con colmillos.
VI.
-Si, si ya se quien eres. ¿Fernanda qué hace?
-Mi hermana estudia en la Universidad Americana.
-Yo estudie ahí, ¿qué estudia?-Julia no sabía que hacer, ¿cómo irse? o ¿cómo...
VII.
Julia quería regresar a casa pero no se lo permitieron. Los dos chicos le dijeron que la tarde apenas comenzaba. Que sus padres iban a llegar dentro de tres horas. Julia se hacía la fuerte. Pudo convencer a Fernanda de que se vistiera. Entraron a la casa y fue ahí donde Julia descubrió que los príncipes no existían y que las ranas eran mejores criaturas que lo estaba a lado de ella. Julia gritaba y se dio cuenta de que nada iba a servir. Estaba ahí y si no cooperaba las cosas iban a salir peor. 
Algo anda mal.- pensaba Julia mientras reía nerviosamente.-Muy mal.
El hermano mayor la toma desprevenida, la carga y Julia por temor a caerse le abraza el cuello. Nunca le habían permitido entrar al cuarto de los niños, ni siquiera cuando visitaba a sus primos. Ahora ella esta ahí, abajo de una cama que olía a una pubertad lejana...
Julia cierra los ojos.
VIII.
El aire se hace espeso o quizá ella se hace muy ligera, toca el techo de su cuarto y da una maroma. Todo es más brillante, su vestido se llena de aire, que bueno que trae fondo piensa. Empieza nadar mientras el aire se comporta como una agua ligera que llena sus pulmones de una alegría extranjera. 
Intenta penetrar al espejo, la llama sutilmente. Esa sensación donde los absurdos se vuelven la regla y la magia penetra por los poros más sutiles llenandote de una energía luminosa, de esas donde no necesitas los ojos para ver.
IX.
Suena el timbre. Julia es aventada al suelo y despierta sabiendo que jamas podrá volver a volar de nuevo. No recordará bien que sucedió y cuando a ve a su mamá en al puerta corre olvidando los ladrillos naranjosos, el pelo cristalino de Fernanda, la recamara azul marino. Se despide de todo y su madre le prepara le mejor cena de su vida hasta ese momento.
X.
-¿Julia estas bien?
Claro que estaba bien, estaba demasiado bien por primera vez en su vida sabía que era libre y que nadie podría juzgarla. Julia sonríe mientras el suelo se llena de un bello carmesí. Nada precipitado. Todo muy sutil. Julia camina lentamente mientras recupera una esencia perdida en un cuarto marino.
XI.
La pequeña y agraciada Julia llega a su cuarto y se desnuda lentamente. Mira hacia el espejo.
-Ya nunca podré volar.
Inmóvil ve en el espejo como sus ojos se empiezan a fracturar. Lentamente... La primera vez que sus ojos cortan su piel. Donde miles de cristales se esparcen por el alrededor. Su cara empapada se va curtiendo. Su cuerpo tiene un peso demás.
XII.
El joven se queda inmóvil viendola como se va, pareciera que volará.
Efectivamente Julia vuela de la manera más sutil. 

jueves, 24 de marzo de 2011

Julia en 10 actos




Acto uno
Julia sólo puede escapar de su realidad después de la medianoche. Todo lo que solía amar se fue sin avisar. El violáceo de su cuarto que la hacía despertar con energía. Los patrones de hilos egipcios que delicadamente sus dedos acariciaban antes de dormir. Las lilias que relucían y reflejaban colores magistrales en su florero Bacarat. El ventanal que dejaba respirar la brisa del mar. Los almohadones estilo ingles que soñaba tener desde la adolescencia. El olor roble de la cómoda después de una ligera llovizna. Ahora todo le parecía frívolo y le sabía a un dulce vació que hacían temblar a sus labios sin autorización. Agotada de ser un zombie, Julia intenta contenerse. Se avienta a la cama y ligeramente el edredón naranja se vuelve en un bermellón húmedo. Le costará 15 minutos levantarse y cambiarse para preparase para el día siguiente. Sin embargo, hoy es una noche de noviembre. De esas donde la luna conspira.
Julia olvidó apagar el celular del trabajo. Este suena en medio de cristales rotos que inhabilitan la mirada de Julia. 
Acto dos
Julia visita la ciudad del sol dos veces al mes. Una ciudad que le trae recuerdos amargos, aun así no puede dejar de quererla. Además, parte de su negocio se encuentra en esa ciudad. 
Es domingo, Julia va vestida con un hermoso vestido azul cielo. En esta ciudad difícilmente las personas se percatan de las muertes caminantes. Se dirige a su café favorito estilo francés. Julia odia el café.
-Hola, ¿cómo estas? No te hice esperar mucho, ¿cierto?- Julia se sienta en un mesa que da a la calle. Ve los carros pasar pide un jugo de naranja y un omelette con chilaquiles.
-No para nada, wow años sin verte. Que bueno que sigues usando esos lentes. Nunca te hubiera reconocido.-Julia se ríe. 
-Si, bueno tu te mantienes igual. Bueno no igual, igual...
-Eso dicen todos.
-Wow veo que estas casado- la mira sorprendido. Julia señala su mano.
-Ah si, esto...
-Perdón, mejor deberíamos hablar de trabajo.
-Si claro....
Acto tres
Nadim esta emocionado. Esta en muchos proyectos y cree que la vida es un regalo. Nadim tiene 21 años y esta a punto de conocer el amor de su vida. Lo dejará escapar como la mayoría de los jóvenes. 
Le gusta una chica en especial, que le recuerda a una pequeña hada. No sabe como invitarla a salir, es más fácil tirarse a las chicas de las fiestas. Aunque tampoco lo hace.  Sin querer los dos han sido requeridos a una fiesta de disfraces. Nadim recuerda perfecto esa noche. Tenía demasiados compromisos, pero logró llegar vestido de pirata. 
Que historia, piensa. Un pirata enamorado de una hada. Ella distraída como siempre iba corriendo por el camino amarillo. Nadim nunca supo a donde iba con tanta prisa.
-Perdón-
-No te preocupes.- Ella se le quedo viendo fijamente. La verdad si le había dolido un poco el golpe.
Se besaron bajo un árbol que dejaba entrever la luz de la luna.
Acto 4.
-Te acuerdas de Sanz... Sanz, te suena el nombre.
-Perdón, me acordé de algo.
-¿Es importante?
-No realmente, si Sanz. Te refieres al profesor Sanz.
-Si ese mero.
-¿Trabaja contigo?
-Así lo es, super emocionante, ¿no? Y pues quiero que seas parte de su equipo.
-Hace mucho que no hablo con él. Hay muchos de nosotros trabajando en el parque, ¿cierto?
-Si hice un llamado muy al inicio del proyecto. De hecho, que extraño que no te hubieras enterado.-Julia saboreaba su fresca naranjada.
-Si extraño...
Acto 5.
-Creo que voy a renunciar.
-¿Qué estas loco?¿Cómo vamos a mantener a nuestro hijo?
-Calma hay un nuevo proyecto y están llamando mucha gente.
-Tú y tus proyectos. Me tienes harta y mientras, ¿quién paga la renta, la colegiatura y demás? A ver respondenme. Si empiezas otra vez perderás todos tus derechos.
-Si tienes razón, esta mejor la cosa así.
Acto 6.
-Bueno el caso es que estas aquí y me da mucho gusto. Como sabrás la empresa tiene muchas áreas. Y creo que te va interesar mucho trabajar con Sanz. ¿Te sigue gustando RH?
-Si, ¿por?
-A perfecto porque van a dan un concierto en nuestras instalaciones. Ellos ya tienen su equipo y todo.... De hecho antes de presentarse con nosotros lo harán en el foro sol. Pero, les agrada las cosas que nosotros hacemos y quieren darnos un poco de libertad. Ahí es donde entras tú.
-Pero, no es un puesto muy alto.-No pudo ocultar la emoción en su rostro.
-Bueno no creas que no hice mi chamba. Vi tu portafolio y lo que has hecho en otros lados. Creo que das el ancho. Eso me recuerda, yo ahorita voy a tomar un avión. Regreso en quince días. Necesito un reporte de todas tus actividades. Ahí Sanz te explicará como funciona todo. Dos reportes al mes, la paga es en dólares y el evento es en seis meses. Sanz se muere por verte, ¿sabes?
-Es en serio.
-Si claro, te acuerdas de como lo admirábamos en la universidad.
-Claro y ahora vete... 
-Tu fuiste quien me dijo que debería sacar el mundo hada de mi cabeza.-los dos reían.
-Si pero de que manera, impre----
-Mommy, mommy!!- Julia voltea sorprendida. Dos niñas idénticas entran gritando a la cafetería. Él jamás imagino a Julia como madre.
-¿Qué les he dicho de hablar en ingles cuando estamos aquí?
-Perdón.-Una de ellas mira fijamente a Nadim.
-Ay hija, pensé que no había problema en dejartelas aquí.
-Mamá te acuerdas de Nadim.
-Claro que sí.-La mamá de Julia lo saluda. Él se encuentra más que sorprendido.
-Ya me voy.
-Te cuidas, nos vemos en quince ma.-Su madre desaparece.- Oye, me cuidas a las niñas unos minutos, voy al tocador.
-Si no hay problema.
Acto 7
Julia no aguanta más. Su mascara de felicidad se desvanece sin pedir permiso. Respira profundo mientras se enjuaga la cara. El espejo no miente.
Acto 8.
-Su padre, ¿dónde esta?
-Esta en el cielo.- la cara de Nadim cambia radicalmente. 
-Mommy says that he is an angel.
Acto 9.
A Julia nunca le gustaron los hospitales. Fríos, olor a una muerte viviente carcomida desde las entrañas. Y ahí estaba, viendo como el ser que más amaba del mundo se despedía lentamente de ella. En una cama que no era suya. En un lugar que no les pertenecía. Unos labios que ya no respondían. Un cuerpo transparente que mataba su alma. Con valor salió del cuarto, con lo poco que le quedaba.
-Niñas vengan.
-Yes, mommy?
-Dios me habló y quiere que su papá sea un ángel. Para así protegerlas mejor.
Julia abrazo a sus dos niñas y dejo que su cuerpo llorará por dentro.
Acto 10
Julia se talla los ojos. Saca un labial Chanel bermellón y dibuja una sonrisa en su rostro.
-Bueno Nadim, así quedamos. Te recomendaría ir al parque para que te des una idea.
-Si, eso pensaba hacer con mi hijo.
-Perfecto, huyo que si no, no alcanzamos el avión.
Nadim abraza a Julia como aquella noche de septiembre. Julia sonríe. 
-Nos vemos en dos semanas.
-Nos vemos.
Nadim observa los restos del cafe. En la calle Julia y las niñas desaparecen en un carro de lujo. El chofer le sonríe. Nadim se quita su anillo mientras se va del lugar.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Recuerdos de un tiempo no tan lejano.


Los conocí hace tiempo. Eran a mi parecer cuatro los miembros originales, quizá con los años fueron más. Se decían ser lémures. Yo llegue por accidente o quizá no. 
A mi padre lo habían secuestrado o eso era lo que yo me inventaba en la cabeza cada vez que alguien me preguntaba sobre su paradero. Era mejor así. Aunque ahora que lo pienso debí conocerlos después. Mi padre en todos modos nunca está, pocos recuerdos tengo sobre él. Debí conocerlos después de que secuestraron a P. Lo busque por todo el verano del 2005, nunca pidieron recompensa los malditos. Malditos bastardos. Mi madre años después me diría que P ya estaba bien y que me cuidaba desde otro plano. Quizá ya lo sabía, hace tiempo que los ojos no se me rompen. 
Ellos ya no existen o bueno ya no publican gratuitamente. Me gustaba leerlos, adivinar quien era quien. Nunca firmaban. A pesar de tener seudónimos. Me gustaba su estructura y la manera que veían al mundo. Cuando los conocí, yo sólo leía a Aridjis, Neruda y Sor Juana en español y a Yeats y T.S. Elliot en ingles. Al menos eran los que me gustaban o me sentía especial porque casi nadie leía poesía en mi escuela. 
En la prepa había un grupo de “poetas”, sólo una chica valía la pena. Cuando se enteraron que escribía me convocaron. Uno de tantos proyectos que se pierden en la pubertad. El novio de la chica tampoco escribía mal. El problema era que el grupo no tenía un propósito. No tenía visión, ni nada, nos faltaba sustancia, esencia. Ni siquiera recuerdo el nombre, creo que en un inicio todo debía girar alrededor del desamor. Patético, es lo único que me queda decir. Yo odiaba las rimas, propia de mi generación odiar las reglas sin conocerlas. Admito mi estupidez. Sigo sin conocer a la perfección las reglas de la poesía. Según me fui a enterar después, escribo con intuición y sensibilidad. Pero, desde el fracaso de la prepa no he vuelto a integrarme a ningún grupo. Los poetas aman los grupos. 
Todo inicio por un golpe virtual, la novedosa forma de publicar en internet, hizo que miles de ególatras publicaran. Yo al igual que todos mis amigos de alrededor de 17 años abrimos una cuenta y publicábamos conversaciones caprichosas, chistes locales y quejas sobre la escuela. La prepa se acabó, la mayoría entraron a universidad y su cuenta se convirtió en declaraciones amorosas con poemas cursis o criticas respecto a su carrera. Deje leerlos. 
Yo no entré a la universidad. Y mi cuenta fue evolucionando. Escribía sobre lo ridiculo que era el mundo de las señoras de treinta. No conocía muchas feministas por aquel entonces, intuía que se hubieran molestado más que yo al ver la situación. Me burlaba de ellas y la gente me empezó a leer. También tenía un seudónimo. No ocultaba mi edad. 
Ellos me encontraron y acabamos descubriendo que estábamos en la misma Universidad. Si, al final entre a la universidad. Quería tener amigos. Creo que ellos de alguna manera ya sabían más de mi. No lo podría asegurar. Nunca me invitaron a su grupo. Simplemente me integraron en sus historias. Ahí estaba yo, como un personaje ficticio o como una musa. Entonces otra evolución. Recordé los poemas que escribía cuando tenia 13 y como los profesores me miraban con sospecha. Ellos hablaban de mujeres, pero ni una era un lemur. Ahí conocí a la primera asesina de mi vida. Ella todavía escribe, pero no diario. Al igual que yo. 
Nos comunicábamos de esa manera extraordinaria de símbolos binarios electrificados. Ellos no eran del DF, pero se estaban adaptando. Ahora los escritos no se empolvan, quedan a disponibilidad de un viajero sin rumbo. Letras olvidadas en un espacio inexistente. Ellos eran mis amigos imaginarios y yo una musa que les recordaba a un amor pasado.
 Las pocas palabras que cruce fue con la asesina, una musa asesina que por lo que entendí vivía ahora en España. Desde que mataron a su hermana. Desde que volcó su energía al baile y a la actuación.  Me comía sus historias ferozmente. Me llenó más de la cuenta. A todos los conocía por foto, en redes sociales que sin dejar de existir, decidí dejarlas morir en el olvido. ¿Qué será de ellos?
Tienen un bar en el centro o trabajan ahí o lo frecuentan o quizá sólo era una pista en mi mente. Siempre me ha dado la curiosidad de ir. Verlos en persona. Seguro no me reconocerían. El grupo según entiendo ya no existe. Tenían mi edad y estudiaron en el mismo periodo que yo lo hice. Diferentes facultades. Estarán buscando una leyenda perdida. O al final dejaron las letras por la música. Creo que tenían un grupo de rock o algo así. Lo que es seguro es que me fomentaron el escribir, a comunicarme con historias imposibles. A no temerle al mundo y seguir escribiendo sin rimas sin sentido. Algún día iré en su búsqueda e intentaré publicarlos en un lugar más adecuado. Más mío por así decirlo. 
De vez en cuando salgo en las noches y siento la ligera presencia de lémures navegantes. 

lunes, 21 de febrero de 2011

Pulsiones ajenas


Dolor
tu falta de conciencia
la pequeña aprendiz
de he ser llamada
eres mi transferencia
obviamente
me dueles
con la ironía de no saber
como me hace sangrar 
tu sonrisa al atardecer
ni como tu mirada
provoca un nudo en mi garganta
He de no verte
desaparecer tu dulce existencia
matar neuronas de ti
tu olor a madera
tus converse multicolor
tus pantalones a cuadros
siento la soledad abrazarme
al terminar el día
mi segunda mirada se empaña
la primera intenta mantenerse intacta 
la imposibilidad de tocar tu mano
una tortura inevitable
acompañada de acordes 
de un espacio peculiar
despierto
bañada en sudor
escalofríos
abrazando la nada de ti
hay drogas más sutiles
las puedes saborear
tocar lentamente
respirar por unos segundos
me guiñas un ojo
te esfumas
vuelves por cortesía
te observo
a mitad de la noche
esperando el transporte mortal
con un hueco más
una llamada
a segundos de
apreciar tu indiferencia
cae la noche
en mundo paralelo
la experiencia deja de tener importancia
la distancia se vuelve el mayor atractivo
en un mundo paralelo
contestas

jueves, 17 de febrero de 2011

Mariposas Estelares


La dulce Estela tenía una relación de repugnancia y curiosidad con las orugas. Se maravillaba por ver tantos colores en una criatura tan pequeña. A la vez le daba un poco de asco su cuerpo flácido. El miedo era un factor diminuto pero se encontraba cada vez que una de estas orugas salía repentinamente caía del cielo.Estela tenía tan sólo 5 años cuando comenzó a contar las orugas en su jardín y se daba cuenta que había más orugas en verano que en invierno. También se dio cuenta que las mariposas no rondaban tanto en su jardín como en el de su vecino. 
A sus 10 sabía reconocer perfectamente que orugas comían que plantas, que orugas eran más venosas, cuáles crecían más y cuáles se convertían en hermosas mariposas que rondaban su ventana hasta morir. Justo cuando morían las recogía con demasiado melifluo y las pegaba cuidadosamente en su pared. 
Para los 14 años Estela seguía viendose como una pequeña niña, su cuerpo era muy fino, su estatura no llegaba al 1.50 y su sonrisa no conocía la malicia. Lo único que se podía notar de diferente eran los posters pegados en su cuarto, de chicos que soñaba algún día conocer. Se sonrojaba cada vez que el chico más lindo de la escuela la saludaba. Seguía con su fascinación con las mariposas pero sólo las plastificadas en forma de estampas adheribles, llaveros multicolores, plumas de tinta rosa y papel de color pastel. 
Un día vio una oruga de color verde fosforescente con fondo negro terciopelo rondando en su baño. Se le hizo algo peculiar, tomo una varita de princesa olvidada en el fondo del armario, hizo que lentamente subiera la oruga y la colocó sutilmente en la maceta a las afueras de su ventana.
Pasaron algunos meses y Estela estaba más concentrada en su cita, la primera de ellas, que en su fijación por las orugas. Era su primera cita, le había costado mucho trabajo convencer a sus padres de dejarla ir a la heladería de la colonia sin compañía. Quería verse bonita y antes de que su madre la llevará, se metió a bañar. Abrió la llave de agua caliente, mientras se quitaba la blusa del uniforme, se ponía sus sandalias para el baño, odiaba profundamente la sensación del mármol helado sobre sus plantas de los pies. Sin poner mucha atención el baño estaba un poco diferente, un poco más grande de lo usual. Su padre le había dicho de esas pequeñas remodelaciones, que ella nunca le daba importancia. En su mente su baño no tenía tina, ni ventanas, ni un lugar donde poner sus accesorios del baño. En su mente seguía siendo su pequeña regadera, por lo que tampoco vio que tenía compañía.
Ahí, ya desnuda con el agua hirviendo vio una pequeña oruga merodeando, escapando del agua. Estela estaba apunto de tomar una toalla, para sacar a su pequeña amiga, cuando esta empezó a crecer a una velocidad inexplicable. Estela asustada quería salir de la regadera, pero todo estaba cambiado, la puerta se estancó y las ventanas estaban muy lejos. La oruga tenía unos colores nunca antes vistos por ella, entre lilas, morados, violetas  y rosados tornasolados. No tenía púas y había algo que dejaba a Estela atontada. En unos cuantos minutos la oruga medía el triple de Estela y sus feroces dientes la amenazaban. Estela intentaba no moverse, buscaba la manera de salir y fue cuando la oruga decidió de manera violenta arrancarle la piel. Primero la de las piernas. Estela intentaba gritar pero sin éxito. A esta oruga en particular no le gustaba la piel, entonces sólo la arrancaba y la escupía. El baño se empezó a llenar de sangre. Algo que la oruga la excitaba, empezó a sorber la sangre que se combinaba con el agua y luego empezó a succionar el cuerpo de Estela. La hermosa cara de Estela estaba intacta, podía sentir todo lo que la oruga le hacía. Miles de lágrimas que se confundían con el agua. Después la oruga comenzó a comerse los tendones y los músculos sólo los mas jugosos. La oruga ya no cabía en el baño, rompió las ventanas y las puertas. Su color seguía resplandeciente, un púrpura intenso combinandose con un rosa pastel. Mientras su boca se llenaba de un rojo escarlata estremecedor.
La madre después de un rato, subió corriendo.
-¡Estela, ya sal de bañarte!
-........-
-¡Estela! ¡Por Dios, se consciente!
-.........-
La madre de la casi quinceañera Estela, abrió la puerta de un portazo y se quedo perpleja cuando vio el rojo escarlata por todo el baño, vio la puerta rota y como una luz iluminaba el cadáver de su adorada niña. La piel de su hija cubría todo el suelo de la tina. La madre sin poder moverse, miró la escena, la atroz escena. Los movimientos de la oruga habían hecho, que en la pared se dibujaran unas alas. 
Estela se había convertido en un bello cadáver de mariposa clavada en la pared.
El más bello.

viernes, 11 de febrero de 2011

Los recuerdos de Emma


Empece a besar miles bocas desde un tiempo no tan alejado, quizá a falta de algo mejor más un poco de aburrición y unas gotas de vacío del alrededor. La mayoría de ellas me sabían a lo insípido de la vida después de un día soleado. 
Comencé a entender mejor al arte de la pantomima, por fuera un derrumbe apocalíptico y por dentro la muerte merodeando. 
Con un poco de suerte encuentras aquella textura que hace que sientas toda una energía eléctrica que recorre desde la medula hasta la punta de tus pies. Los segundos más importantes en tu vida y te preguntas, ¿por qué no existen cámaras fotográficas que capturen el momento? 
En ese momento sabes que será una historia imposible, de esas que te torturan con sensaciones similares que no despegan. Miedo a volar. 
Ayer soñé con el chico que me hacía reír cuando sentía que el cerebro me iba a explotar o cuando quería gritar hasta llorar. El chico creció y se esfumó mientras yo observaba el pavimento. 
Hace tiempo tuve fiebre infantil a casi a mis treinta. Unos días antes de que las personas pudieran confundirme con señora. No recordaba como se iban formando personajes en el aire, con manchas de colores luz negativo. Sentía el sudor por todo mi cuerpo más por dentro que por fuera, fue cuando confundí los escalofríos por orgasmos y en eso me asuste cuando descubrí quien era el que me sometía a tales emociones. Un hombre que no veía desde la universidad, casi me doblaba la edad, nunca lo bese, no recuerdo ni siquiera que me gustará. ¿Por qué nunca salí con él? 
Ah es cierto, era mi profesor y la ética se entrometió como clásica vieja metiche.
Desde hace tiempo beso bocas nocturnas, me dejó de importar el género con tal que fueran agradables a la vista. Bocas tersas, labios sensuales, labios carmesí con un toque de fantasía vampiresca. Siempre me gustó un poco de sangre cálida recorrer la punta de mi lengua. Sin nombres, por favor. Es sólo intercambio de fluidos, los momentos cursis se los dejó a las novias de altar. Así lo es, alguna vez yo fui una de ellas. 
De vez en cuando veo al hombre de mi vida o lo más cercano a ello. Cuando tengo suerte y nuestros caminos se juntan, vuelvo a sentirme como princesa perdida en un bosque maldito siendo rescatada por el chico de las pocas palabras. El hombre no es un príncipe y a duras penas se algo de su pasado. Tiene dos hijos y una esposa de anuncio de coca cola. Me lleva casi 10 años y lo conozco desde hace 15. La relación más larga que he tenido en toda mi vida. Ni siquiera los amigos me han durado tanto. Nunca hacemos planes.
Observo la ciudad a través de mi ventana opaca. Veo como lentamente se prende con focos de diversos colores. Estoy en lo más alto de una torre medieval, no dejo que el acero penetre mi ser. Miles de plantas acogen mi alrededor. Sólo he dejado a una persona entrar a mi jardín secreto, lleno de laberintos acuáticos en medio de una ciudad plastificada. 
Esperando al padre de mi hija, con un poco de suerte tendrá ojos sutiles, un corazón firme y menos parchado que el mío, una linda sonrisa de esas que te hacen levantarte en la ruina y un verbo que no te agote. Mi niña necesita alguien que no la deje abandonada en medio del laberinto de la muerte, donde la única escapatoria es robarse unas alas ajenas. Ella sigue creyendo en dragones y habitantes del bosque, cree que un día vendrá un lindo príncipe a rescatarnos y formar una familia de verdad. 
Apago el último cigarro, el humo se pierde lentamente. Dejo respirar mi cuerpo desnudo con la luz de la luna. Los ojos se me rompen sin querer. Tengo años sin pensar en todas estas tonterías. 
Mi niña duerme tranquilamente, pensando lo excitante que es sobrevivir a un examen de matemáticas. 
Mi copa de vino esta casi vacía, odio las juntas escolares. Te das cuenta de lo lento que son los cambios. 
Mañana otra junta donde mi sonrisa me conseguirá más éxito que los mejores argumentos. Ir al gimnasio tiene más resultados que leer diez libros a la semana.
Llega la noche buscando labios efímeros que me anestesien de la fatiga semanal y de la crisis mundial. 
En eso miro la pared de la sala, llena de fotografías que nunca llenaron un espacio público. Recuerdo cuando mi niña tenía 5 años y observó una de las fotografías con demasiada atención.
Un chico asiático a inicios de sus veintes en medio de un puente que se sumergía en un lago. Al fondo unas escaleras y una estructura de madera. Traía una cámara fotográfica semi profesional de hace más de 15 años. Siempre quise una a esa edad, me conformaba con mi cámara de rollo y mi gran angular. 
-¿Quién es?
Un poco distraída, me acerque a la fotografía. Ya no recordaba que estaba ahí.
-¿Es el mismo?
Señaló otra fotografía donde salía él de frente, con unos rayones y una dedicatoria casi invisible.
-Si, es el mismo.
-¿Es mi papá?
-No...
-Mira aquí también esta, esa eres tú abrazandolo, ¿no? Te ves muy linda. 
Sólo ponía aquellas fotografías de personas que realmente habían afectado a mi vida, estaban mis dos hermanos peleandose, mis padres en la playa, mis abuelos en sus años mozos, me costó demasiado recuperar esas fotografías de los años treintas, mi mejor amiga de la preparatoria descubriendo su sexualidad, los amigos de la universidad, nunca nos volvimos a ver después de ese día, uno que otro del trabajo y si todos aquellos que se comieron mi corazón.
-Mami, tiene mi mis mismos ojos.
-Es sólo una coincidencia.
-¿Cómo se llama?
-Es una larga historia...
Tomó la fotografía, la enmarcó en rosa, su color predilecto de aquel instante.
-¿Qué haces?
No me dijo nada por unos minutos, sonrió.
-Ahora se que existe.
Un vuelco al corazón.
No se si deba deshacerme de esas fotografías, aventarlas por la ventana y que se las coma lentamente la ciudad. A punto de cometer un asesinato. Se escucha el timbre de mi puerta. Tomo la primera playera que encuentro y unas pantaletas. Me asomo sutil por el mirador. Abro la puerta lentamente.
Me abalanzo sobre su cuerpo. Me susurra lentamente al oído.
-Eres difícil de encontrar.
Sonrío como quinceañera o como me hubiera gustado sonreír a esa edad.
-Más de reemplazar...
Pongo mis dedos sobre sus labios. 
Sensación multicolor sabor cereza.
Labios sabor a eternidad.