martes, 16 de agosto de 2011

Ciudad estelar


Los sueños se agotan en la ciudad cristalinamente opaca.
Hace mucho que las estrellas decidieron embarcar a un mejor lugar. 
De esos donde los deseos se cumplen.
Ciudades con encanto y olor a antiguo.
En una vida pasada solía vivir en una ciudad de esas.
Donde las calles se llenaban de mercaderes. 
Donde lo multicolor reinaba al horizonte.
Donde las estrellas brillaban tanto que te recordaban lo sutil de un segundo, la explosión de una flor, la sonrisa de un niño.
Los niños dejaron de sonreír.
Mi ciudad que tanto quiero se ha vuelto gris.
Al igual que los sueños.
Quiero encontrar la felicidad.
Miles de lágrimas mueren en mi rostro.
Leo historias tristes para recordar que no estoy sola.
Para recordarme que los sueños aun grises tienen el potencial de brillar.
Hoy estrellas que siguen creyendo en las ciudades perdidas.
Donde los niños duermen desnudos bajo un techo sin paredes.
Mirando estrellas a punto de morir.
Con sus ojos enormes la felicidad ha muerto.
Sonrío. 
Intento fallido.
Apagan la luz.
Una toalla carcomida cafe en el suelo.
Ojos bien abiertos.
La esperanza de sobrevivir.
La felicidad todavía no muere.
Sólo esta escondida en el lugar más remoto de nuestras pobres almas en desgracia.
O era gracia.
Recuerdos de historias de antaño.
Donde pensaba que leer era más seguro que dormir.
Donde dormir era más seguro que vivir.
Hasta que la pistola a punta a tus miedos.
Una luz artificial prendida.
A falta de estrellas fugaces.
No llores.
Tus lágrimas te necesitan para el fin del mundo del tus seres queridos.
Esos que te hacen sentir menos sola.
De esos que sufren sin darse cuenta.
Hoy...
Recuerdas la historia de los ratones parlantes.
Momento no lo leíste.
Lo viviste mientras se comían tus entrañas.
Confundir historias con vida.
Ese siempre ha sido tu problema.

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