viernes, 3 de septiembre de 2010

Maldiciones eternas o diversiones efímeras.

Noemi no era particularmente bella, no era de esas niñas que la gente mira y se deslumbra o se piensa que es un engreída. No, Noemi tenia una estatura por debajo de la media, unos ojos grandes y oscuros. Se distinguía por misteriosa y un poco coqueta. Todo lo demás de ella, lo iba descubrir muy pronto Armando.
Armando no era muy complicado, vivía al día y no le consternaba mucho la idea de salir todos los fines a alcoholizarse con los cuates. No era muy alto y en general era un buen chico. Si todo esto es antes de conocer a Noemi.
A Noemi la conoció un día cualquiera, en la universidad, un día nada particular. Un clásico es la amiga de un muy buen amigo. Nada especial, sin embargo para Armando si lo fue. Quedo atónito con su belleza y más con su sonrisa. Su cerebro guardo ese recuerdo mejor que una foto. Todavía hasta hoy recordaba como ella alegremente le sonreía. 
Noemi no lo recuerda así. De hecho tiene que hacer muchos esfuerzos para recordar ese día. Demasiados.
Armando quiso aparentar que nada sucedía, que era otra chica más. Y es que como justificar que quería verla otra vez, como invitarla a salir sin aparentar desesperación o que pensaran otro chico bobo enamorandose por Noemi. Aunque era justo lo que estaba pasando, se estaba clavando intensamente en esa mirada fatal que sólo ella podía ofrecerle.
Noemi aceptó salir con él, tiene bonitos labios. 
Empezaron a salir, sólo a donde ella quería. Sus gustos consistían en salir a bailar y tomar unos buenos tragos. Ella sabía que Armando pagaría lo que fuera. 
Y es que siempre sucede así. 
Noemi sabía perfecto que al inicio si todo iba acorde al plan, por un par de sonrisas conseguía un par de salidas. Por unos besos unos tragos.
Si lo hacia el bien el tipo, se acostaba con él. Sólo si se aseguraba que después de eso venían unos lindos regalos. Era parte de la formula, nadie sale herido. Todos actuan acorde el papel.
Armando por el otro lado no entendía porque no dejaba de pensar en ella. Por que no se fastidiaba de las conversaciones bobas de sus amigas. Poco a poco Noemi empezaba ser la chica perfecta, podía pasar el resto de su vida con ella. No podía creerlo, cuando se dio cuenta que ya habían estado saliendo por más de 3 meses. Como le hablaba cada tercer día para saber escuchar su voz. Como hacía todo lo posible para que ningún plan interfiera con los de ella. 
Noemi por el otro lado ya se estaba aburriendo de la situación. Había otros chicos más guapos pensaba. El sexo esta bien... pero podría estar mejor. Sus regalos dejaban de ser bonitos a pasar por ser cursis. Se preguntaba porque tenía que ir a su casa, cuando podían ir directo al bar. Y no baila... Demasiados defectos y ya esto se esta convirtiendo más allá de un rato.
A la mitad del 4 mes, Noemi salía a solas con sus amigas. Armando le hablaba. Ella lo ignoraba. Armando la buscaba en la universidad. Noemi hacía que no lo veía o que tenía mucha prisa. Armando les hablaba a las amigas en común. Noemi se reía con ellas, pobre tipo... que se consiga una vida. 
Mensajes de Armando.
-Estoy preocupado no se de ti, ¿estás bien?
-Mmmm, espero puedas contestarme pronto, necesitamos hablar.
-Soy Armando, este es el celular de Noemi, ¿cierto?
-Ya han pasado unas cuantas semanas, este es mi último mensaje. SI quieres saber de mí, marcame.
-Por si te lo preguntabas, estoy bien.
Noemi decidió ignorar todo eso y continuar con su vida. Conoció a otro chico, mucho más interesante. 
Armando se encontraba con los amigos de siempre.
-Ya no me habla.
-¿Qué esperabas?
-Todo iba muy bien, era perfecto.
-Todo es perfecto los primeros 3 meses.
-No en serio, esto era otra cosa.
-Dime, ¿qué tan diferente es de lo que tú le hiciste aquella chica?
-¿A cuál chica?
-La chica bonita de buen cuerpo, que parecía bastante amable.
Armando no recordaba.
-¡Cabrón! Ni que te acostarás con tantas.
-Es que no puedo de dejar en pensar en Noemi.
Armando se volvió a encontrar a Noemi. Un día lluvioso. Noemi lo saludo como si nada.
-¿Qué nos pasó?
-¿De qué hablas?
-Yo te quería, te quiero.
-Armando... entiende yo no puedo quedarme aquí. Con un chico como tú.
-No me quisiste....
-Si un poco... estuvo bien por un rato. ¿Qué quieres?
Armando la miraba... le dolían sus palabras. Quería abrazarla, poder oler su perfume a violetas y tocar su sedoso cabello.
-Me voy de aquí, ¿sabes? Me voy a un lugar muy lejano.-dijo Noemi, mientras se acercaba a abrazarlo por última vez. Verlo por última vez.
Armando no quería esas palabras. Insistía en su cabeza, en su interior que ella era la única que lo podía llenar por completo.
Meses después.
-Que cobarde de su parte huir de esa manera.
-Que maldita diría yo.
-Ella no puede ser una maldita, no con esa sonrisa.
-Cabrón...
-¿Qué?
-Nada. Yo aquí de pendejo escuchandote. ¿Pero, cómo no te das cuenta?
-¿De qué?
-¿Por qué todas te llaman patán?
Armando sonreía.
-Entonces para qué te haces pendejo.
-Es diferente.
-Esa Noemi en tu cabeza no existe, la real esta cogiendo con otro en estos momentos. Con otro como tú siguiendole el juego. Y hasta que ella no se enamore, seguirá actuando igual. Como tú cabron mientras no dejes de alucinar con eso que no existe, seguirás bien jodido.
-Es diferente.
-No la jodides es igual siempre. Por tu bien, espero que te des cuenta pronto.
Armando se engañaba muy bien.
Noemi por otro lado encontró de quien enamorarse, alguien a su altura. Alguien que no la tratará tan bien, alguien que no supiera si al día siguiente iba estar ahí. Alguien por quien llorar.
-Te acuerdas de Armando.
-Ah si el chico que estudiaba contigo, no?
-Aja... creo que no te ha olvidado.
-¿Es en serio? pero si salimos como tres veces a lo mucho.
-¿qué quieres que te diga? eres inolvidable...
-Crees que le moleste la idea si se entera que estoy comprometida.
-Eres una mala persona.
-Lo siento... -Noemi se reía bastante de la situación.- ¿Sabes? el otro día me hablo Jorge.
-El del trabajo ese...
-Aja.
-Simplemente inolvidable.
Las dos reían. 
Armando tuvo insomnio ese día.

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