lunes, 9 de agosto de 2010

Pasión por los zombies.

Erika tenía un ligero problema, una atracción fatal hacia los zombies. El problema radicaba que en su mente un zombie podría ser el ser perfecto para mantener una relación. Ya que decía que eran mucho mas entendibles que un hombre común. ¿Por qué? La respuesta era muy fácil, los zombies sólo quieren comerte y en algún punto tener sexo. Adivinarles el pensamiento era un tanto sencillo. Sin embargo, cuando su último novio se convirtió en un zombie, Erika descubrió que era inmune. Ella nunca podría ser un zombie, cosa que se podría decir que era algo bueno hasta que los zombies dejaban de intentar comerla. Erika estaba convencida que algún zombie aun cuando no pudiera matarla, podría tener un buen acompañante en la cama. Alguien con quien estar, en esos días donde uno necesita más allá de un abrazo.
Erika estaba harta del lenguaje de los hombres, del usame pero quiereme, del sólo sexo a quizá te ame, de la pasión a tomar la mano. Y cuando veía los zombies, los envidiaba tanto, no había complicaciones. 
Erika trabajaba todas las noches en un bar, no es que le fascinará la idea pero tenía acceso a su dos grandes pasiones (además de los zombies) los libros de ciencia ficción y los músicos (que ella imaginaba que serían mucho mejores amantes si fueran zombies). Cada vez que tocaba algún bajista alto, delgado, con pelo en la cara y con cara de no me moleste. Erika se  sonrojaba y se cubría con alguna novela de Lovecraft.
Erika pagaba sus estudios de esa manera, quería hacer vestuarios victorianos modernizados y abrir una sex shop en algún punto de su vida. Si, una sex shop para mujeres, lo tenía todo muy contemplado, el lugar, las chavas que contrataría, la ropa que crearía, algo que no incomodará alguna chica dulce que quisiera convertir una fantasía en realidad, sin tener que sentir pena o enojo por ser catalogada como vulgar, prostituta o amante de quinta. Si, faltaba un lugar de esos en esta ciudad llena de ruido y humo, pensaba Erika. Cada vez que se probaba alguno de sus diseños y los mostraba en línea, tenía tanto la aprobación de chicas y chicos. Las chicas por más discretas le preguntaban donde podían conseguir algo similar. Estudios de marketing como su escuela le había enseñado.
Uno de esos días cualquiera Erika se encontraba, cociendo su corazón. Agarraba una pequeña aguja e hilo rojo y lentamente cerraba su corazón. Quedaba un pequeño hueco, entonces agarró tantita piel de su brazo, para poder cerrarlo bien. Nadie debería notar que su corazón estaba incompleto y si fuera el caso, diría que un día vino un zombie y se lo comió. 
Erika cocía tan bien, que nadie notaba esas pequeñas cicatrices. Y su vestimenta la hacía lucir tan espectacular, que bien sabía que nadie se iba dar cuenta de esas pequeñeces. Erika estaba decidida en ser la víctima perfecta, labios sangre, tacones de 10 cm, mini falda y una blusa que delineara sus curvas. Pelo alborotado y la actitud necesaria para atrapar un zombie o mínimo el manager del grupo de la noche.
Si alguien preguntará, ¿Cuál era el trabajo de Erika en ese lugar? 
  1. La más obvia, llamar la atención, por cada trago que le invitarán ella recibía una comisión. 
  2. Conseguir patrocinadores.
  3. Como sabía escribir, hacia reseñas del lugar. Criticas que podían afectar el destino de una banda.
  4. Alejar a los zombies del lugar. Su sólo olor hacía que los zombies huyeran a otro bar.
Por todo esto, Erika era muy cotizada y muy valorada. SI cualquier cliente se quisiera propasar, acababa en la calle. Erika decidía con quien acostarse y normalmente no lo hacía. El dueño del lugar la conocía bastante bien y sabía que Erika llevaba tiempo esperando sólo a un chico. Qué sólo hizo acto de presencia sola una vez. Nadie decía algo al respecto, el dolor de Erika lo transformaba en coquetería instantánea. Desde ahí ella diría que sólo los zombies le gustaban. Porque los zombies, no se andan con juegos.
Esa noche Erika, probaba uno de sus atuendos. Un hombre comentó, si tan sólo tuvieras un piercing en el obligo...
-Me violarías...
-No- dijo el hombre atragantandose con la bebida.
-En serio no me tomarías a la fuerza, mientras satisficieras tus placeres animales, sin importarte si me dejas bañada de sangre y dolor.
El hombre palideció, conocía las reglas, Erika podía provocarte pero al menor contacto te olvidarías de volver a verla.
-No cariño, yo sólo decía que con un piercing te verías más bonita pero, mejor una copa de vino y te platico a que me dedico. 
-Acepto la copa de vino.- que realmente era agua pintada de rojo. 
Erika sólo tomaba en reuniones familiares y cuando quería robarle un beso a alguien y eso hace años que no sucedía.
-Mira te presento a mi socio.- le dijo el hombre de unos 50 años. Venía a buscar amante y creía que Erika podía caer.
El socio era un amigo del padre Erika. Erika lo observó perfecto, sabía que ya la había desnudado con la mirada, tenía 45 años. Su esposa era bella, con muy buen cuerpo de unos 38 años. Aun así, Erika sabía que él no perdía oportunidad de acostarse con la que se dejará. Se sentía galán y si no fuera porque ella era la hija del licenciado, ya le hubiera dado una joya por una noche de pasión y perversión. Sentir la piel de una hermosa veinteñera, no le venía nada mal. Pero no fue así...
-Hola, no te había reconocido. Eres la hija del licenciado, la que hace lo de la ropa. Si, he visto tus dibujos muy bonitos todos. Traes algunos por ahí...
-Si de hecho estaba diseñando algunos.- mientras le pasaba el pequeño cuaderno moleskine. 
-Si bueno tengo un cuñado que igual te gustaría conocer, él también dibuja.
Erika no quería problemas y bueno cada bebida era dinero en su bolsillo. Se fue a sentar a una mesa de dos. La decisión la tomo el dichoso socio, que en estos momentos había consumido lo suficiente para pagar la renta de todo un mes. 
-Hola, soy Rodrigo.- dijo un chico de unos veinte años, Erika no estaba segura si tenía su edad. No era un zombie eso era definitivo, era alto, larguirucho, con nariz de gancho, poca frente, grandes entradas, gel excesivo, trajeado con tela de quinta, tampoco tenía pinta de saber tocar algún instrumento, aliento de fumador de tres cajetillas al día, bebedor definitivamente pero no conocedor y lo peor de todo, tenía en mente una versión de ella inexistente pero, suficiente para según él no regarla en los halagos. A Erika no le gustaba esto, de hecho le fastidio. Era otro chico que con tal de acostarse con ella, estaba dispuesto a ser otra persona, no era la mentira de te digo que te quiero o me fascinas desde hace tiempo o tienes unos hermosos ojos o tocar tus labios puede ser algo magistral. No, eso era pasable para la cabeza de Erika, hasta los zombies podrían esa clase de blasfemias antes de devorarte, pero no, iba erróneamente intentar ser el príncipe azul, la media naranja, el alma gemela. Y Erika sólo pensaba si quisiera pasar una noche conmigo, sólo necesito agarrar un buen dildo. Sin embargo, una parte de Erika decía no seas tan dura, algo de provecho le podremos sacar a este mojigato. 
  • Dime muñeca( a decir verdad el muñeca sólo pensó) ¿desde cuándo dibujas?
  • Si digo siempre no te satisfará la respuesta, ¿cierto?- Rodrigo meneo la cabeza, mientras pedía dos rones al mesero. Erika si algo odiaba era el ron, pero no importa sólo será un poco de refresco.- Desde la secundaria.
  • Eso ya es bastante tiempo y que técnica usas. Veo que usas plumones.- se intento burlar sin mucho éxito.
  • El medio no importa.
  • SI claro, pero yo sólo uso carboncillos.- pensando que era muy buena respuesta.
  • En serio? y dime que sueles dibujar.
  • El cuerpo, estoy fascinado con las eculturas griegas.
  • No me digas.-Erika estaba ideando como cambiar de tema.-Y ¿qué estudias?
  • Veterinaria, de hecho quería ser artista pero eso no deja mucho dinero.
  • Si pues no, me imagino que tu con una sola operación ganas más de 100 mil, ¿no? 
  • Buen todavía no trabajo, pero pues uno escoge algo con que mantener a una chica linda como tu.
  • Si, bueno... de mitos vive el hombre.
  • ¿Perdón?
  • No, nada, no prefieres tomar una copa de vino.
  • Si, se ve que sabes mucho de bebidas.
  • Sólo las que quieras consumir.-Erika empezaba a tomar el asunto como un caso de estudio y que mejor si sacaba algo de provecho económico de paso.
  • Dime, ¿cuál es la bebida más cara que has consumido?- pero esa clase de preguntas, definitivamente no venían al caso. Erika volteaba, en estos momentos no estaría mal un rescate, pero obvio no paso.
  • No, verás lo mío es el diseño de moda.
  • Y, no ¿bailas?-Erika se empezaba a aburrir ante la situación.
  • No estoy aquí para esa clase de actos, lo siento
  • Te da pena cierto, es normal yo soy conocido por estar en los mejores antros de la ciudad.
  • La verdad es que no voy a antros.
  • No, en serio acaban de abrir uno carísimo, entrar no cualquiera. Digo, te puedo llevar.-Erika sonreía de mala gana.
  • Creo que me llama mi manager.
  • Espera, si quieres otra copa sólo tienes que decirlo.-no tuvo de otra más que aguantarse.-En que estábamos, entonces te gusta leer,¿ cierto?
  • Si, amo a Lovecraft y Wells.
  • Si son mis favoritos definitivo, la manera en como escriben, se expresan, su visión de mundo. Me es tan fascinante. 
  • A mi me provoca querer tener orgasmos con zombies.
  • Si es que los zombies son lo de hoy, yo por ejemplo convivo con animales y los abro.
  • ¿Te gustaría tener sexo con ellos?
  • Si bueno... espera no como crees. 
  • Ya... si hubiera dicho que mi fantasía eran los gays, hubieras dicho que lo eras, ¿cierto?
  • Hay como crees, si tenemos cosas en común es pura coincida.- dijo con una risa nerviosa.
  • Ya veo...
  • Es que tu eres una chica especial y tengo entendido que no vivimos tan lejos. Igual...
  • Que dulce, pero conoces las reglas , ¿cierto?
  • ¿De qué hablas?
  • Nada... olvidalo.- Rodrigo realmente pensaba que podía salir con ella, que se podía formar una gran historia de amor con sexo pasional más la imagen de una niña virgen, al menos eso era lo esperaba de su pareja ideal.
  • Es tarde.. pero te esta agradando la velada.- preguntó Rodrigo nervioso, esperando en otra ocasión poder verla.
  • Si, sólo que me tengo que ir.-Erika se levantó, Rodrigo le dio un beso en la mejilla.
Erika le dio ternura, se dio cuenta que Rodrigo tenía menos experiencia y muchas expectativas en la vida. Ese beso le recordó sus trece años. Aquel tiempo que decir faje, equivalía a decir sexo oral. Era algo dulce y se dio cuenta que Rodrigo buscaba algo más allá de vil sexo. Se acordó cuando ella intentaba quedar bien, para conseguir que aquel chico son nombre le abrazará. Se acordó de sus platicas medrosas y banales, confundidas por tontas. Después del primer fastidio, de aquella cita forzada, se preguntó si no fue por lo mismo que aquel chico sin nombre la abandonó. 
Aun cuando las miradas se cruzaban.
y las sonrisas se sentían en sincronia.
Aun con un beso que quizo creer profundo
Erika empezó a dudar de todo y quizá los zombies la podían comer, pero no de esa manera sutil que podía hacerlo un chico. Un chico sin nombre, que nunca volvería a ver por más que Erika le brillarán los ojos cuando pensar en él.
Si, Erika tenía una maldición.

Los hombres que amaba se convertían en zombies.

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